lunes, 18 de julio de 2011

Náufraga estrella

Tendido mi cuerpo inerte se pudre,
Y sin mucho mas que hacer
Me pongo a pensar en los dos,
E inmediatamente las palabras
Se tornan acecinas,
Inevitablemente tristes
Me obligan a asumir debilidad.

Grita una extraña amargura
Desde un sobre lleno de letras
Que me hablan desde vos,
Y yo lucho con mis ganas de ceder.

Tan distinta hoy, inmóvil,
A cuando sabía dar amor...

Despojada de mi risa por la angustia
Devoro mi instinto obsesivo
Y espero en la orilla
Tu naufraga estrella.
Algo que diga tu nombre
Pero que no duela tanto como él.

Así al menos podría dejar
De esconderte en los cajones
Junto a esa maldita palabra
Que ambos supimos desgastar
Y que en venganza
No nos dejan ya mas
nuestras bocas pronunciar.


Karin Unfer

Agosto del 2006

Mundo elefante

Un constante chapoteo en la cornisa
Es caminar por acá.
Yo vivo en mi mundo deforme,
Alimento utopías entre hombres elefante.
(imagino volver al Dalí y nadar con los cisnes).

Ahora al menos me atrevo a sumirme
Y ya no temo a estos escalones,
Pero si un poco al fuego,
Y poco más al caer.

Esferas de nieve en mi mente
Acumulan avalanchas
Que me dejan totalmente blanca,
Por eso mi tierna sonrisa
Aun lleva sus manos tan frías.

Así es como me veo
En mi mundo deforme,
En un mundo elefante
De pesados abismos que caen.
Por suerte debajo solo hay agua.
Nada más que agua consuelo,
Entonces sonrío.

Y a veces quisiera
Volver a ser de espigas,
Sin mas que viento sur al cuello,
Sin mas peso que el aire
Caminar tan lento a la par
De mis hombres elefante.

Karin Unfer
17/04/06

Cáscaras

Pensé, pensé que podía olvidarme de vos,
Odiarte y buscarte una y otra vez, por un poco de amor
Pensé en desarmarte y vaciarme de todo, con odio
Besarte a la vuelta, y dijeras: es que a cada paso yo extraño tu voz,
el juego del puño y la espada, al viejo postor, al gran vencedor
en la risa y la mascara, en el techo, el cielo, y borronear tu cara,
que en solo otro espejo bebieras del vicio,
jugaras tan lento a sacarme de quicio...


Acaban ya las tres de la mañana,
Sobre un reguero en el piso de almohadas y mas cáscaras,
en el entrecejo fijo, tan solo un poco más, y yo danzaba
para tu sed de odios, y el torpe y triste amor que nos deseaba,
Salvajada del desvelo, hermética mirada.
Así es que me rindo
a quien quiera servirse de esta copa
que se quiebra, que beba, dulce paraíso y sangre roja
la risa tersa, mi frágil boca, te doy amor mi corazón de cristal.

Karin Unfer

20/09/08