domingo, 25 de noviembre de 2012

Salto sereno

Escríbeme algo tuyo, Trazame un poema Con la boca y la mirada. Soplá con tus dedos Sobre mí Un alma sin miedos Que vuele de vos Hasta aquí, Que te haga pleno En un inmenso salto sereno. Contame todo aquello Que en vos no tenga abecedarios Ni puertos tangibles siquiera Con la voz, Brindate a mis ojos, Volvete vertiente En tu pecho blando, Armate de lunas Sin espadas entre manos. Así sí que te puedo sentir, Y en el aire respirarte puro Y libre, y arrojarme ante los párpados tuyos, y ya sin mis jaulas, dejarme caer.

jueves, 25 de octubre de 2012

Relato Renatta!

Las bocinas aun se ladraban entre sí cuando subí al colectivo. Me paré con las piernas firmes y entreabiertas y miré a ambos costados, como de costumbre. Un pibe de tez morena y campera a rayas acampó vacuno a mi izquierda. Nuestras zapatillas casi apenas se rozaban y sin embargo la simple y presente solemnidad social de evitar el más mínimo contacto entre extraños me mantuvo pendiente del triste detalle, y la pena de debernos parecer islas humanas copó mi mente. Me cuestioné vagamente ciertos patrones de comportamiento generalizados, hilvané alguna que otra otra idea hasta que por su propio peso una a una se fueron escurriendo hasta caer inertes en el cajón de los recuerdos, en algún lugar remoto de mi conciencia. Viajé un buen tramo sin sentir prácticamente nada en particular, y por sobre alguna misma línea mental en la que me deslicé sin advertirme caí de regreso a algún sitio de mi misma donde de pronto balbuceé: “Nosotros”, y sonreí con ternura en el instante. Y nos dibujé en el aire, allí, entre las góndolas de un hipermercado chino atestadas de paquetes con productos tan ajenos a nuestros ojos como los ideogramas que los rotulaban. El flúor chillón del packaging de Asia invadiéndonos prácticamente hasta el alma y nuestra púber sensación de alas, en medio de todo, casi intacta. Como la impune libertad de reír, mirarnos, reconocernos en los surcos de esas risas, besarnos y avanzar como si nada entre el vacío blanco de nuestras propias distancias. Me acuerdo de que corrimos por entre las calles de aquél día con la sonrisa pegada a nuestras caras, como si se tratara de otro país, o de otro tiempo, en otra galaxia. Conseguí asiento y me acomodé el bolso sobre las rodillas. Te extraño, pensé. Alcé la vista y me perdí en las calles que a ritmo vaivén se movían tras el vidrio que acababa de desempañar con un garabato de mi mano, y algo tuyo, una silueta difusa, tal vez, viajaba ahora también allí afuera, acompañándome a mi y a mis pupilas viajeras. Algo de tu ropa se teñía entre las gentes que caminaban bajo la lluvia intemperie del atardecer urbano. Unos jeans, camperas negras como la tuya, bufandas al cuello, el pelo largo y oscuro de una mujer, su paraguas, y la lluvia crepitando sobre todas las cosas. Las gotas brillantes y lustrosas al otro lado de la ventanilla, y el aire caliente del micro en que viajaba. Los ruidos y murmullos internos del colectivo arribaron de inadvertido a la atención de mis sentidos, recientemente lejanos, y a mi realidad mas inmediata, ahora sin mas remedio, allí presente. Pero en cuestión de segundos me volví a perder de vista, entrecerré los ojos dejándome acunar por el movimiento y los ruidos mezclados de la caldeada atmósfera y, con una respiración profunda volví a algún lugar de mi para escuchar tu voz en medio de la noche, y a media sombra en la habitación, sentados ambos en la cama amplia nos miramos. Reanudando la conversación y después de la tensa pausa cerraste a tono mi incógnita, aquella que había quedado punzando el aire mientras la dejabas flotar, expectante, sobre nuestras cabezas, ahí, en el éter de las dudas: - “No lo sé”. dijiste. – “lo que podamos, supongo”... y así concluiste, sin más precisiones sobre el asunto. -”Que hacemos con todo esto, con lo que nos pasa?”- exhalé yo de un tirón y me detuve congelada, con los ojos varados sobre los tuyos y sobre las muescas ínfimas que esbozara tu cara, expectante y, sin embargo un tanto ausente también, como era ya costumbre nuestra, aquella, la de las lentas paradojas. Oí tu respuesta; nos miramos, y así como el silencio, el lápsus fue corto. Inhalamos profundamente y al unísono nos largamos a reír, absurdos y divertidos. Y las palabras desaparecieron rápidas como inadvertidas en el aura del cuarto. Y volvimos a ser solo vos y yo. Sin preguntas, ni respuestas, ni paradojas, ni silencios más grandes que océanos soñados... El punto muerto de argumentos que acechaba entre nuestros cuerpos al soltarnos a la deriva se hacía presente a su antojo, y nosotros lo sabíamos, entonces cerré tu risa con el ligero decir de mis párpados, los dejé caer, pesados sobre mis pupilas nacaradas y me detuve, plácida y desafiantemente desarmada, viéndote yo a vos en la eternidad de los instantes enamorados de mi memoria. Bordeé los contornos de tu cara con la luz tenue que venía por detrás luciéndote el rostro anguloso y sereno. Me detuve, aun más, buscando los límites de mi propia resistencia en tu mirada, y me sostuve allí erguida durante un rato mas. Luego esbocé una sonrisa para mi misma y destapé mi espalda al girar sobre mi propio eje, oscurecida y lustrada por la penumbra mientras que, lentamente, apoyaba mis hombros y pecho sobre la almohada. Dije ya ausente de ruidos tu nombre y me abandoné, sin más, toda yo, a vos.

sábado, 14 de julio de 2012

Para el tráfico de Buenos Aires; media hora de mi vida es apenas un breve suspiro entre su larga cola de impaciencias cotidianas.

Arto, harto, Artaud.

Arto dificil, mas no imposible, hacer crecer seres felices dentro de una sociedad que se construye y pro(im)pone sobre reglas de convivencia totalmente infelices. No?

jueves, 28 de junio de 2012

Un libro : orbil nU

Un libro no es errático, ni frenético, el libro respeta su tiempo y el ajeno. Un libro no puede invadirte, inundarte, tocarte, avasallarte si vos no queres. Es poderoso, respetuoso e inofensivo. Es sabia espera, profundo silencio hasta que es invitado a versar, e invita, entonces, a pensar. Karin Unfer 26/06/2012

martes, 22 de mayo de 2012

Continuara...?

Hui rapidamente con la mirada, casi sin pensarlo, como un reflejo la vista veloz se poso de soslayo y quedo fija en un extremo del suelo, mis hombros se encogieron escondiendo mi pecho de aquel hielo repentino, como queriendo inconciente pero mecánicamente apartarme de esa puntada fria; del repentino dolor que me causaron sus palabras inadvertidas, casi despreocupadas de un tiempo tan sordido; …’’ ¡y no se si no es un desaparecido, eh¡… la cosa es que no lo vimos nunca mas’’…, pero el tiempo siguió, como si nada; las ruedas del colectivo y las calles de buenos aires bajo la lluvia tambien siguieron, avanzamos por entre Cabildo y quien sabe que otro par de calles tan olvidables como quien dice: hoy es martes, hasta que bajamos por fin. Las nubes nublaban la vista y humedecían el asfalto, pero no refrescaron la piedra en mi, ni tampoco asi el aura perdida de la mirada fija sobre el suelo... Karin Unfer 22/05/12

sábado, 12 de mayo de 2012

9 de Oro

Un nene en la 9 de Julio, Naves de faros gigantes Lo proyectan a contraluz, Nueva imagen, vieja postal, Terca y dura realidad. La silueta pequeña Se recorta perfecta Sobre el esmalte brillante blanco del Ford. Levanta sus brazos de títere y trapo Y es la hora de palma y limosna, allí se van los premios a la rasa diferencia, la bilis amarga se traga, el aire se escurre en la tregua y él, ausente ya, recoge unas monedas. Los motores en marcha se alejan, y hasta el próximo semáforo, la Avenida desierta... Karin Unfer 11/05/2012

lunes, 30 de enero de 2012

Pasa que...

Me encendes a veces en constante inspiración,
Y en mi mente las nubes del suelo se alzan ya tanto más rápido que mi quieta luz de voz...
el vagón de sueños se torna veloz, quedo detrás, quedo a su vera y despacio, tratando de escribir sobre el suelo regado las notas de un sol que creció en mi pecho nombrando tus labios, un salto en mi nombre, las partes mas bellas que tiene el abrazo; la ternura de tu mundo cayendo sobre mi, todo mío.

10/12/2011

Ave

No soy aun ave libre,
Mas si no su claustro alado,
Como podrías entonces
Amar el seco y duro hierro?

Karin Unfer
26/01/2012

Paraíso

Recuerdo cuando fuiste el paraíso,
Yo crecería frondosa cerca tuyo, del agua y de tu risa,
Yo sería, algún día, ese prado tan digno de sol,
Yo sería.... pero luego el incendio, y luego el apagón,
Y un árbol de espinas, un extraño...

Karin Unfer
26/01/2012