miércoles, 5 de febrero de 2014

Just...

Por mas que juegue durante horas y días a no pensarte, cuando lo hago te siento, y lo lamento, pero es inevitable. Y cuando no puedo evitar sentirte te veo, y veo tu cara, te miro a los ojos que vuelan brillantes de un lado para el otro. Y el brillo errático de ellos me recuerda tu ternura, y cómo te esforzabas para ocultarla ante mi, y cómo sin querer dabas siempre vuelta la cara para que no te viera, como un nene con vergüenza, y toda la dulzura y tristeza que eso me daba, las ganas de abrazarte y el temor a que te fueras. Y cuando no puedo evitar ni pensarte ni sentirte ni mirarte te siento lejos y lloro, pero ya te dije, es inevitable, algo de tu esencia se mostró ante mi en un descuido, quizás cuando sonreíste sin querer, quizás mientras dormíamos... yo no lo sé. Solo se que te veo y reconozco que el frío de la distancia por salvaguardarnos quedó entre aquel mundo de ambos como si fuese una daga, vos allá, yo acá, y el haber tenido que desbaratar de un instante para el otro todo lo sentido, todo lo no construido dolió y cerró las puertas, pero no hizo que se rompiera el puente sobre el cual hoy te escribo y al fin llego a hablarte, ojalá para sanar. Y en momentos imprevistos extraño las chispas de calor que de a ratos nos permitíamos ser, y quisiera poder abrazar tu ternura, y lograr no temernos y temblar de frío, y saber que eso que vi en vos fue tu corazón, que aun lo siento vibrar, y eso no está mal, no tiene porque estar mal...

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