domingo, 3 de abril de 2011

Bla bla bla

La copa desbordaba ya de sí, vaciándose a los cautos ojos que la vieran, danzando ante ellos su velo rubí. Reinaba la hora imperiosa en que al cabo la noche se torna implacable, y tras su paso, allí, a sus pies, la luna trazaba, obediente en su orden el rumbo a cada astro.
Tomé con ambas manos el cristal que en torpe aunque bello derramar se ofrecía. Miré de soslayo la espalda reclinar, y oscura, en su propio haz de espasmo fugaz, vencí mi armadura y bebí, y como si fuese aquel vino añejo en mi boca un antes y un después, el hombre ante mi se limitó a observarme en silencio, cazando de un preciso instante al otro algún que otro gesto develado por sobre mi rostro, plasmando con sus ojos, al azar, algun esbozo de caricia.


29/03/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario